El Couto Mixto: la república Independiente de mi casa
18 FEBRERO, 2015 / EL CALZADOR
Subíamos al coche muy de mañana. Es decir: se subían mis padres y a mí me llevaban como cualquier otro bulto hasta que, en la parada del desayuno, tras el preceptivo bocadillo de jamón, volvía a la vida.
Eran interminables aquellos viajes al pueblo con el MG, más tarde con el mercedes enorme que se compró mi padre, con lo bajito que era, y, normalmente, hacíamos noche en cualquier hotel de Benavente porque, las carreteras que ahora unen las aldeas de nuestra zona, no tienen mucho más de treinta años y, aunque durante los sesenta y los setenta ya no había noticia de los asaltantes de otros tiempos, que esperaban a los caminantes que venían con dinero de las ferias, seguía siendo una temeridad recorrer de noche, los no más de veinte kilómetros que separan a Xinzo o a Verín de nuestro pueblo, cuando las carreteras asfaltadas y la luz pública eran tan desconocidas, en la Galicia profunda, como la altura media de una palmera.
Lo recuerdo todo, y es como si volviese a llevar pantalón corto, me estuviese bajando del coche y me preparase para saludar uno por uno a todos mis primos, mis tíos, la abuela y los vecinos, para quienes siempre fui O fillo do Cándido.
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