Brasil y UNASUR: ¿Liderazgo cooperativo o hegemónico
Por Cristián Leyton
Anepe - Nov 08
Debemos intentar responder a la pregunta inicial y tratar de interpretar los acontecimientos excepcionales que estamos presenciando en nuestro entorno regional. Chile ha aparecido, estas últimas semanas, como si estuviera adoptando una postura política de liderazgo regional, particularmente en relación al papel que ha jugado recientemente la mandataria chilena, Michelle Bachelet, frente a la crisis boliviana. El UNASUR, este misterioso organismo, irrumpió en la escena nacional e internacional y Chile, sorprendentemente, aparece como un actor central. Más allá de ejercerse una presidencia pro tempore, pareciera que nuestro país quiere dejar de ser un “gigante comercial y un enano político”. Transformarse en todo lo contrario.
¿La presencia diplomática chilena refleja realmente este cambio de postura? ¿Cómo podemos interpretar estos hechos? ¿Cuál es la naturaleza de esta nueva postura? ¿Se encuentra Chile asumiendo un papel de liderazgo político?
Una interpretación nos podría indicar que este naciente y embrionario “liderazgo político regional” chileno nos ha sido de alguna forma “cedido” por otro Estado: Brasil. No podemos ni debemos olvidar que la Unión Suramericana de Naciones o UNASUR es una creación de inspiración brasileña, así como lo es el Consejo de Defensa Sudamericano, proyecto tan querido y promocionado por el Ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim.
En este sentido, somos, claramente, testigos de una transformación del comportamiento brasileño hacia el espacio regional. Brasil está volviendo a ejercer un liderazgo regional para algunos con claros tintes hegemónicos. La presencia activa lusitana en Sudamérica, señalémoslo bien, solamente parece constituir un pequeño paso en orden a alcanzar una presencia mundial. America del Sur, en este sentido, constituye solo un “medio” a fin de alcanzar un objetivo mayor: llegar a ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Asociado a este cambio, se aprecia nítidamente la irrupción de lo que podríamos llamar una restructuración de los equilibrios políticos y militares en el espacio regional. Se constata que America del Sur está cambiando, lenta pero progresivamente, su fisonomía política tradicional. Los EE.UU. están cediendo espacios de poder hegemónico a Brasil, la existencia de una Venezuela bolivariana ha claramente ayudado a esta nueva política estadounidense. Una suerte de “zona de influencia benigna” está viendo el día bajo el sol sudamericano y Brasil estaría haciéndose cargo de su administración.
La búsqueda lusitana por generar una integración regional bajo su liderazgo pareciera estar en marcha. En este sentido podríamos decir que Brasil se ha despertado, o si queremos decirlo en términos políticos, el mandatario Inacio Lula Da Silva ha terminado de “ordenar su casa”, particularmente durante su primer mandato, ahora está “ordenando el vecindario”. Dos hechos explican este renacimiento de la influencia brasileña. Por un lado, amplios espacios vacíos fueron dejados por los dos rivales tradicionales sudamericanos, Argentina y el mismo gigante carioca. Un espacio vacío que, en su momento, fue llenado por Venezuela y el movimiento bolivariano de Hugo Chávez. Ahora vemos, sin embargo, que el carismático líder chavista se repliega, buscando asociarse a actores extrarregionales, como Irán, Rusia y China. ¿El objetivo? Recrear parte de su poder regional perdido por el despertar brasileño. Argentina, este otro gran rival histórico del Brasil y ya un casi extinto líder regional sudamericano, ha terminado por someterse al enorme poder político, militar y económico brasileño. Simplemente no puede seguir compitiendo y lo reconoce. Frente a este escenario, el mandatario lusitano, pareciera estar implementando una política de expansión. Quiere y necesita llenar espacios vacíos, reforzar Estados Débiles, como Bolivia y Ecuador, y sabe que necesita aliados tan estables.
Chile estaría jugando ese rol. Brasil cede parcelas de poder, Chile las acepta. La pregunta que subyace ¿está dispuesto Chile a apostar por una integración política, sobre las bases de la UNASUR, sabiendo que aquello nos podría llevar a someter nuestros intereses permanentes a decisiones vinculantes de un órgano sobre el cual no ejerceríamos influencia alguna? ¿Cuál será el costo de aceptar el liderazgo hegemónico brasileño, en caso de revelarse así?
Brasil, ha sido históricamente un Estado de naturaleza imperial, en razón de esto, ¿logrará que su liderazgo no se trasforme en un ejercicio político que busque imponer sus intereses al resto de países de la región, o en su defecto, generar una concertación y una coincidencia de interés sobre una base cooperativa? ¿Brasil, se constituirá, finalmente, en un poder hegemónico regional? ¿Cuál será el papel de Chile en este nuevo esquema de poder?
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