Mis manos, ansiosas,
acarician tus pechos,
mi boca busca tu cuello
y encuentra tus labios,
que estallan en éxtasis,
estremeciendo mi cuerpo.
Estoy en ti y estás en mí,
en un abrazo, fundidos,
los cuerpos, en uno,
prodigando caricias,
sintiendo el fluir
de la vida entre ambos,
en íntima unión
de nuestros sentidos.
No hay nada que pueda
vencer a la vida
que nos entregamos
sin fijar medidas,
el uno en el otro,
y así, nuestras almas
quedaron unidas.