Para dar chicotadas a los que sufren de hambre
a los que siguen sus cursos de castigo diario
en ómnibus abarrotados
en calles inundadas
entre grotescas pérdidas de tiempo esclavizado

los que tienen el poder usan las palabras
como si fuera posible ensuciarlas con jerarquía.
Se olvidan que el amor rodea el arte y la poesía
porque decir o escribirlas es un lado de la vida.
Palabras son derecho de humana compañía.

Entonces las encierran y me duelen como espinas
porque sus caras son las mismas que les daba una poesía.

Huyo al pensamiento y vago con miradas.
Voy en trenes sucios, me codeo entre paraguas
y hay niños en chinelas con pies sucios en la calle.
Palabras que volvieron con sentido viejo
a una escena conocida, casi olvidada.

Entonces nos guardamos
medio atados a pensar, sin gritos ni ilusiones
tratando de soportar el vendaval de las ideas.
Escondemos la náusea y las ganas de llorar
porque sería la muerte no poder soñar.

Pensamos y quién sabe, un día nos hablamos.
Gritamos la injusticia y quebramos la tarima
del poder enfermizo que nos quiso enmudecer.
Y que vuelvan las palabras
de amor y libertad.