AIRAG CON CHAMPAGNE
En el siglo trece, Genghis Khan casi todo el mundo conocido conquistó
Pero el intento de alianza franco-mongol contra los musulmanes fracasó
La Europa al Emperador de la Humanidad no le interesaba
Pero las ganas de sus descendientes de dominarla eso mucho me impresionaba
El Señor de los Tronos y de las Coronas no sabía
Si su Familia de Oro el imperio de pie mantendría
Por muchos años, la ciudad de Karakorum fue la capital del Imperio Mongol
Allá, hace tiempo, vivía un joven francés llamado Patrick Boucher, cuyo apodo era Cazador del Sol
La joven tártara Marai-Khatun deseaba a Patrick conquistar
Para eso, muchas estrategias tendría que usar
Marai, en la guerra, ya había probado su valor
Pero la alumna rebelde quería de todos modos subyugar a su astuto profesor
Un día, de la nada, Marai cerca de Patrick surgió e lo abrazó
Embora le gustara ser acariciado aunque no lo admitiera, él, preocupado con el asedio de la tártara, a ella le preguntó:
- Ôôôô, ¡Calma! ¡Controla tus impulsos! ¿Qué quieres de mí, Yegua Salvaje?
- ¡No te pongas esa cara de espanto! En verdad, deseaba sólo hacerte un homenaje.
85 86 89 93, ¡Cómo es bueno ser francés!
¡Con Patrick peleando, nadie tiene vez!
- Tus rimas mucho me han gustado, pero ¿cuántas veces debo decirte que mezclar airag con champagne es algo totalmente equivocado?
- Patrick, hay que el destino cumplir. Está en tus manos una yegua salvaje mongol poseer y al mismo tiempo combatir.
- ¡Te gusta en tu cuerpo mi mano! ¿No piensas que una tártara y un francés amándose es muy insano? Bueno, si es lo que en verdad deseas, haré de todo para que miedosa no seas. Ahora siento que ya estás lista para mí. ¡Te quiero siempre obediente así!
En ese momento, Patrick, imaginando a Marai como una yegua salvaje, ordenándole que se acostara en la hierba, el caballero francés percibió que ahora la tártara más receptiva estaba. Entonces, una bella noche de amor se iniciaba. Patrick, como el dueño de Marai, sujetándola, su pelaje y su crin suavemente acarició. Por fín, el airag a la champagne se mezcló. ¿Eso significa que la alianza franco-mongol se consumó? Bueno, con un hombre cerebral y una mujer intempestiva, pienso que esa idea no me parece nada atractiva.
EN EL DÍA SIGUIENTE...
- ¡Yegua Salvaje, yo, Patrick Boucher, tu dueño y domador, te ordeno que regreses a Verona lo antes posible!
- ¡Pero dejarte, para mí, será terrible! ¡No me voy con eso a acostumbrar! ¡Bi chamd khairtai! Quiero casarme contigo. Así desea Marai.
- Tu debes a Verona regresar pues fuiste más feliz allá. Al vikingo Tolkjaer necesitas tu historia de amor y lucha contarle. Pero no será necesario a él nuestras sabrosas noches de amor en detalles narrarle.
- A más ninguna ciudad viajaré y Patrick, ¡no te olvides que en Verona siempre el Tema de la Victoria cantaré! A propósito, cuando rezo a la Virgen Ave-Maria, gratia plena, me acuerdo de aquel héroe que nunca saldrá de escena.
- Marai, ¡ahora de todos los límites has pasado! ¡Por Saint Louis, no puede ser! ¿Cantar el Tema de la Victoria? ¡Contigo estoy muy enojado! “¿Cómo ella encolerizarme de esa manera consigue?” ¡Sal de aquí antes que con el látigo te castigue! ¡Te montaré, con las espuelas muy fuerte te picaré y hasta el Infinito contigo aceleraré! Te quedarás agotada y sólo así tu furia mongol será por fín aplacada! Tú sabes que la alianza franco-mongol nada logró. “Pero esa Yegua Salvaje tártara con su belleza me encantó. Estoy confundido y al mismo tiempo arrepentido.” ¡No me dejes, amada Marai! Me gustaría decirte en tu lengua ¡bi chamd khairtai! Ahora quiero descansar. ¡Vuelve ya al establo! ¡Allez-vous en, tartare!
ALGUNOS MINUTOS DESPUÉS...
- ¡Muy gracioso! En lo que se refiere a Marai-Khatun, la Tártara, exactamente como al vikingo Tolkjaer, Dios me ha dado la misma misión: para siempre, tendré que domar su inquieto corazón. ¡Pero en verdad esa Yegua Salvaje mucho me gusta y ella de ninguna manera me asusta!
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