CREENCIA
Habían lugares misteriosos
todos encerrados en ti
y mis llaves se perdían
con miedos
arrastrados en mi
Alcanzaste mis puentes
maltratados
y abrazaste lo que aún
me restaba.
Me tocaste y te creí.
Como vuelos en alfombras
dibujábamos el sol
nos comíamos la noche sin temor
y reíamos hablándole al amor.
Era un juego que fincaba una raíz.
En el tiempo nos devora lo finito
y los viajes se nos vuelven pasajeros.
No se puede contestar lo que se va
mucho menos insistir para quedar.
El amor parece entonces congelar.
Y no tienes una culpa a rebelar
ni te debo una retórica a explicar.
Somos locos navegantes a viajar
agarramos lo que sobra de existir
y creemos el eterno ser feliz.
Si las cosas fueran fáciles así
meteríamos en sobres el amor
y lo haríamos abrirse por ahí.
Dejaríamos que hiciera su canción
entre otros corazones a jugar.
La memoria gastaría sus registros.
Nos daríamos el lujo de empezar
como en página que nada hay que borrar.
Sin embargo…
¡cómo duele la raíz!
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