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Artigos-->A baderna brasileira na imprensa estrangeira -- 21/06/2013 - 11:27 (Félix Maier) Siga o Autor Destaque este autor Envie Outros Textos
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O que REALMENTE está por trás das manifestações no Brasil?



By phillipviana  
  Posted June 14, 2013  
  São Paulo, Brazil



CNN PRODUCER NOTE    



Os protestos que vêm ocorrendo no Brasil vão além do aumento de R$ 0,20 na tarifa dos transportes públicos.



O Brasil está experimentando atualmente um colapso generalizado em sua infraestrutura. Há problemas com portos, aeroportos, transporte público, saúde e educação. O Brasil não é um país pobre e as taxas impostos são extremamente altas. Os brasileiros não veem razão para uma infraestrutura tão ruim quando há tanta riqueza tão altamente taxada. Nas capitais, as pessoas perdem até quatro horas por dia no tráfego, seja em automóveis ou no transporte público lotado que é realmente de baixíssima qualidade.



O governo brasileiro tem tomado medidas remediadoras para controlar a inflação apenas mexendo nas taxas e ainda não percebeu que o paradigma precisa compreender uma aproximação mais focada na infraestrutura. Ao mesmo tempo, o governo está reproduzindo em escala menor o que a Argentina fez há algum tempo atrás: evitando austeridade e proporcionando um aumento com base em interesses da taxa Selic, o que está levando à inflação alta e baixo crescimento.



Além do problema de infraestrutura, há vários escândalos de corrupção que permanecem sem julgamento, e os casos que estão sendo julgados tendem a terminar com a absolvição dos réus. O maior escândalo de corrupção da história do Brasil finalmente terminou com a condenação dos réus e agora o governo está tentando reverter o julgamento usando de manobras através de emendas constitucionais inacreditáveis: uma, o PEC 37, que aniquilará os poderes investigativos dos promotores do ministério público, delegando a responsabilidade da investigação inteiramente à Polícia Federal. Mais, outra proposta busca submeter as decisões da Suprema Corte Brasileira ao Congresso – uma completa violação dos três poderes.



Estas são, de fato, as razões da revolta dos brasileiros.



Os protestos não são movimentos meramente isolados, unificados ou badernas de extrema esquerda, como parte da imprensa brasileira afirma. Não é uma rebelião adolescente. É o levante da porção mais intelectualizada da sociedade que deseja pôr fim a esses problemas brasileiros. A classe média jovem, que sempre se mostrou insatisfeita com o esquecimento político, agora “despertou” – na palavra dos manifestantes.



***



EL PAÍS - ESPANHA 17 JUN 2013



¿Por qué Brasil y ahora?



JUAN ARIAS 17 JUN 2013 - 03:26 CET



http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371432413_199966.html



 Está generando perplejidad, dentro y fuera del país, la crisis creada repentinamente en Brasil por el surgir de las protestas callejeras, primero en las ricas urbes de São Paulo y Río, y ahora extendiéndose a todo el país e incluso a los brasileños en el exterior.



Por el momento son más las preguntas para entender lo que está aconteciendo que las respuestas a las mismas. Existe solo un cierto consenso en que Brasil, envidiado hasta ahora internacionalmente, vive una especie de esquizofrenia o paradoja que aún debe ser analizada y explicada.



Empecemos por algunas de las preguntas:



¿Por qué surge ahora un movimiento de protesta como los que ya están casi de vuelta en otros países del mundo, cuando durante diez años Brasil vivió como anestesiado por su éxito compartido y aplaudido mundialmente? ¿Brasil está peor hoy que hace diez años? No, está mejor. Por lo menos es más rico, tiene menos pobres y crecen los millonarios. Es más democrático y menos desigual.



¿Cómo se explica, entonces, que la presidenta Dilma Rousseff, con un consenso popular de un 75%, -un récord que llegó a superar al del popular Lula da Silva-, pueda ser abucheada repetidamente en la inauguración de la Copa de las Confederaciones, en Brasilia, por casi 80.000 aficionados de clase media que pudieron darse el lujo de pagar hasta 400 dólares por una entrada?



¿Por qué salen a la calle a protestar por la subida de precios de los transportes públicos jóvenes que normalmente no usan esos medios porque ya tienen coche, algo impensable hace diez años?



¿Por qué protestan estudiantes de familias que hasta hace poco no hubiesen soñado con ver a sus hijos pisar una universidad?



¿Por qué aplaude a los manifestantes la clase media C, llegada de la pobreza y que por vez primera en su vida han podido comprar una nevera, una lavadora, una televisión y hasta una moto o un coche de segunda mano?



¿Por qué Brasil, siempre orgulloso de su fútbol, parece estar ahora contra el Mundial, llegando a empañar la inauguración de la Copa de las Confederaciones con una manifestación que produjo heridos, detenciones y miedo en los aficionados que acudían al estadio?



¿Por qué esas protestas, incluso violentas, en un país envidiado hasta por Europa y Estados Unidos por su casi nulo desempleo?



¿Por qué se protesta en las favelas donde sus habitantes han visto duplicada su renta y recobrada la paz que les había robado el narcotráfico?



¿Por qué, de repente, se han levantado en pie de guerra los indígenas que poseen ya el 13% del territorio nacional y tienen al Supremo siempre al lado de sus reivindicaciones?



¿Es que los brasileños son desagradecidos a quiénes les han hecho mejorar?



Las respuestas a todas esas preguntas que producen en tantos, empezando por los políticos, una especie de perplejidad y asombro, podrían resumirse en pocas cuestiones.



En primer lugar se podría decir que, paradójicamente, la culpa es de quien les dio a los pobres un mínimo de dignidad: una renta no miserable, la posibilidad de tener una cuenta en el banco y acceso al crédito para poder adquirir lo que fue siempre un sueño para ellos (electrodomésticos, una moto o un coche).



Quizás la paradoja se deba a eso: al haber colocado a los hijos de los pobres en la escuela, de la que no gozaron sus padres y abuelos; al haber permitido a los jóvenes, a todos, blancos, negros, indígenas, pobres o no, ingresar en la universidad; al haber dado para todos accesos gratuito a la sanidad; al haber librado a los brasileños del complejo antaño de culpa de “perros callejeros”; al haber conseguido todo aquello que convirtió a Brasil en solo 20 años en un país casi del primer mundo.



Los pobres llegados a la nueva clase media han tomado conciencia de haber dado un salto cualitativo en la esfera del consumo y ahora quieren más. Quieren, por ejemplo, unos servicios públicos de primer mundo, que no lo son; quieren una escuela que además de acogerles les enseñe con calidad, que no existe; quieren una universidad no politizada, ideologizada o burocrática. La quieren moderna, viva, que les prepare para el trabajo futuro.



Quieren hospitales con dignidad, sin meses de espera, sin colas inhumanas, donde sean tratados como personas. Quieren que no mueren 25 recién nacidos en 15 días en un hospital de Belem, en el Estado de Pará.



Y quieren sobre todo lo que aún les falta políticamente: una democracia más madura, en la que la policía no siga actuando como en la dictadura; quieren partidos que no sean, en expresión de Lula, un “negocio” para enriquecerse; quieren una democracia donde exista una oposición capaz de vigilar al poder.



Quieren políticos con menor carga de corrupción; quieren menos despilfarro en obras que consideran inútiles cuando aún faltan viviendas para ocho millones de familias; quieren una justicia con menor impunidad; quieren una sociedad menos abismal en sus diferencias sociales. Quieren ver en la cárcel a los políticos corruptos.



¿Quieren lo imposible? No. Al revés de los movimientos del 68, que querían cambiar el mundo, los brasileños insatisfechos con lo ya alcanzado quieren que los servicios públicos sean como los del primer mundo. Quieren un Brasil mejor. Nada más.



Quieren en definitiva lo que se les ha enseñado a desear para ser más felices o menos infelices de lo que lo fueron en el pasado.



He escuchado a algunos decir: “¿Pero qué más quiere esta gente?" La pregunta me recuerda la de algunas familias en las que después de dar todo a los hijos, según ellos, estos se rebelan igualmente.



Se olvidan a veces los padres de que a ese todo le faltó algo que para el joven es esencial: atención, preocupación por lo que él desea y no por lo que a veces se le ofrece. Necesitan no solo ser ayudados y protegidos, llevados de la mano, quieren aprender a ser ellos protagonistas.



Y a los jóvenes brasileños, que han crecido y tomado conciencia no solo de lo que tienen ya, sino de lo que aún pueden alcanzar, les está faltando justamente que les dejen ser más protagonistas de su propia historia, más aún cuando demuestran ser tremendamente creativos.



Que lo hagan, eso sí, sin violencia añadida, que violencia ya le sobra a este maravilloso país que siempre prefirió la paz a la guerra. Y que no se dejen coptar por políticos que intentarán montarse sobre su caballo de protesta, para vaciarla de contenido



En una pancarta se leía ayer: “País mudo es un país que no muda”. Y también, dirigido a la policía: “No disparéis contra mis sueños”. ¿Alguien puede negar a un joven el derecho a soñar?



***


AS RUAS EM ERUPÇÃO


Revista ‘Economist’ faz análise sobre os protestos no Brasil



Revista &
39;The Economist&
39; diz que apesar de não sofrer a mesma crise que a
Europa, Brasil tem motivos de sobra para protestar



19 de junho, 2013



Os protestos que desde o dia 6 de junho tomaram as capitais do Brasil se tornaram objeto de análise de inúmeros veículos internacionais.



Nesta terça-feira, 18, a revista britânica Economist publicou uma matéria intitulada The streets erupt (As ruas em erupção, em tradução livre), onde questiona a ideia de “passe livre” no transporte público e lista outros motivos que a sociedade brasileira tem para se manifestar.



Segundo a revista, o Movimento Passe Livre é radical e guiado pelo princípio irreal da passagem gratuita, subsidiada pelo governo. Porém, em 13 de junho, tudo mudou. A manifestação cresceu e se espalhou por outras cidades, sendo inclusive apoiada por brasileiros que estão em outros países.



A matéria cita os motivos de protestos similares que aconteceram em outras partes do mundo, como na Grã-Bretanha, França e Turquia: alta taxa de desemprego, conflitos raciais, queda do padrão e da qualidade de vida e xenofobia. De acordo com a publicação, o Brasil tem uma história diferente. Nas últimas décadas o país presenciou o crescimento econômico e a melhora no padrão de vida da população. Além disso, a taxa de desemprego entre os jovens está entre as mais baixas da história do país.



Mas, segundo a revista, isso não significa que os brasileiros não têm motivos para protestar. A matéria cita que os brasileiros pagam mais impostos do que qualquer outro país em desenvolvimento (36% do PIB) e, em troca, têm serviços públicos precários. De acordo com a análise da publicação, um trabalhador de São Paulo que ganha um salário mínimo por mês, sem receber passagem, gasta um quinto de seu salário para passar horas dentro de transportes quentes, lotados e sucateados. A violência e a disseminação do crack também tem sua parcela na insatisfação popular, diz a revista.



A matéria alerta que, apesar da nova classe média ter sido criada na última década, ainda está a um passo de retornar à pobreza e termina dizendo que essa nova classe desenvolveu uma relação inteiramente diferente com o governo. Cientes dos altos impostos que pagam, eles veem melhorias em suas condições de vida como um direito e estão dispostos a lutar com unhas e dentes por isso.



Fontes: The Economist-The streets erupt



***



20 de junho de 2013 20:00



Revolução dos R$ 0,20 mostra que fantasia acabou, diz Financial Times



Como dizia a 1ª Ministra da Inglaterra, Margaret Tather: O comunismo só existe enquanto durar o dinheiro dos outros.



Um editorial publicado nesta quinta-feira no diário britânico Financial Times diz que os maiores protestos de rua vividos no Brasil nos últimos 20 anos mostram que os brasileiros se deram conta de que o "glorioso novo país" propagado pelo governo seria uma "fantasia".



"A revolução dos 20 centavos mostra que a fantasia acabou", diz o jornal, citando que "espetaculares 10 anos de crescimento" tiraram "cerca de 30 milhões de pessoas da pobreza" com novas demandas que não foram atendidas.



Segundo o jornal, a chamada nova classe média "pode consumir como nunca", mas "as mudanças sociais em outros setores não acompanharam as demandas desta nova classe, ainda precária".



O editorial cita que "não há problema" em cultivar a imagem global do Brasil com investimentos de US$ 12 bilhões em estádios de futebol, mas "não quando a vida é tão dura para a maioria". "Eles pagam impostos iguais aos de primeiro mundo e recebem em troca serviços públicos de má qualidade de países em desenvolvimento". "Ônibus lotados e tráfego pesado tornam as viagens diárias caras e um desperdício de tempo".



Para o FT, os brasileiros tentam se posicionar "entre o Brasil &
39;velho&
39;, que teriam deixado para trás, e o glorioso Brasil &
39;novo&
39; que o governo diz ser o país em que vivem". "Isso talvez esteja em sintonia com uma tendência que corre entre os investidores: a de que o modelo brasileiro chegou ao seu limite".



"Em toda América do Sul, cidadãos estão fartos de ouvir como as coisas são boas", diz o FT, acrescentando que os protestos no Brasil vão causar preocupações nos mercados financeiros a respeito dos mercados emergentes como um todo e podem indicar que a "salada política dos velhos dias e o dinheiro fácil do passado podem estar chegando ao fim".



***



Daily Telegraph



Em um artigo de opinião, intitulado "Apesar do boom das commodities, o Brasil está perto de entrar em ebulição", o jornal britânico Daily Telegraph diz que a frustração que desencadeou os protestos no país se explica pelo fato de as pessoas "terem perdido fé no processo político", a exemplo do que ocorreu em outros países da região.



O texto, assinado por Daniel Hannanfaz, faz uma retrospectiva dos acontecimentos políticos nos países da América do Sul, que, nas últimas três décadas saíram de ditaduras militares, passaram por governos neoliberais que "desperdiçaram suas chances e, em desespero, optaram pela esquerda populista". "Hugo Chávez na Venezuela, Evo Morales na Bolívia, Rafael Correa no Equador, Cristina Kirchner na Argentina e Luiz Inácio Lula da Silva, padrinho carismático de Dilma Rousseff, no Brasil".



Segundo o texto, este modelo funcionou durante um tempo. "As pessoas preferiam eleger os populistas simplesmente pelo fato de que não eram da velha oligarquia. Mas mais cedo ou mais tarde, como acontece com muitos governos socialistas, o dinheiro acaba", diz o artigo. "Esse momento chegou para o Brasil e os brasileiros sentem isso".





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