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Artigos-->Shikoku -- 22/07/2002 - 07:48 (Fernando Olszanski) Siga o Autor Destaque este autor Envie Outros Textos
Shikoku, o el espíritu del Japón



Shikoku es la más pequeña de las cuatro islas principales del archipielago japonés, la menos industrializada, pero también la más espiritual. Literalmente, el nombre Shikoku significa cuatro regiones; el número de Prefecturas (Provincias o Departamentos) en que esta dividida políticamente desde los tiempos feudales.

Hay muchas cosas para ver en esta isla, montes sagrados, castillos antiguos que sobrevivieron los bombardeos de la Segunda Guerra, una costa escarpada y dramática, insólitos festivales a lo largo de todos los pueblos de la región, peleas de perros o gallos, o probar la muy exótica comida de la isla. Pero los más atractivo y excluyente, es el Camino de los Peregrinos, y la visita a los 88 Templos Budistas que lo conforman. El sendero más celebrado y largo de todo Japón.

El peregrinaje es conocido como O-Henro, y consiste en recorrer 1500 kilómetros a pie a través de la isla y de los Templos que unen el camino. No hay una uniformidad de visita, en un día se pueden ver 7 u 8 templos y tal vez el próximo se encuentre a 100 kilómetros de distancia. Tampoco es que alguno sea más bonito que otro, sino lo que significa para los peregrinos. Tampoco es algo común, el recorrido toma al menos dos meses, incluso para aquellos expertos caminadores, fogueados y curtidos en los más desafiantes senderos del planeta. La recompensa, puede ser física, emocional, pero más importante, el sentido espiritual..

En cada uno de los 88 templos, existen imágenes y referencias que representan los defectos y miserias humanas. El unirlos en peregrinaje, ayuda a erradicarlos del alma y a estar más cerca de Buda. Los caminantes usan un atuendo especial durante la travesía. Visten ropas tradicionales blancas, usan un gran sombrero de mimbre, similares a los que se ven en los campesinos en lo campos de arroz en todo Asia, y cargan un estandarte con oraciones pegadas a él, símbolo de los Templos que han visitado previamente y de los augurios que traen de las deidades.

¿Pero cómo empezó la historia de la peregrinación? Durante el siglo 8 de nuestra era, vivió un monje budista llamado Kukai, conocido como Kobo Daishi (774-835) que, buscando la verdad absoluta, fundó la secta budista Shingon. Hoy en día, Kobo Daishi, es considerado un Santo del Budismo y del Japón. Sus seguidores, apenas Kobo Daishi murió, empezaron a unir todos los templos que estaban relacionados con él, tratando de rendirle homenaje y obtener favores y méritos para la vida extra terrenal.

A lo largo del camino, se pasan ciudades grandes y pequeñas, montañas sagradas y planicies donde los arrozales son los únicos habitantes. Pero como todo, en especial en el super tecnificado Japón, hay signos de modernización a ultranza. Alrededor de algunos de los templos, ya existen super hoteles cinco estrellas con todo lo necesario para el relax y el esparcimiento del peregrino. Por supuesto que siempre es una decisión personal y de bolsillos. Hay opciones para todo tipo de presupuestos.

El método moderno de peregrinaje, para aquellos sin tiempo para la caminata, consiste en recorrer algunos templos por día en un confortable bus dotado de aire acondicionado y guía explicativa. Estos modernos peregrinos, creen que si a lo largo de sus vidas completan el recorrido de los 88 Templos, recibiran los mismo beneficios que si hubieran caminado los 1500 kilómetros.

No hay dudas, es cuestión de fé.

Hay dos montañas que sobresalen en toda la isla por su importancia religiosa, una es el Monte Tsurugi, y el otro es el Monte Ishizuchi. En el idioma japonés no se les dice Monte sino Señor, agregando el prefijo San al final del nombre propio. El camino propone subirlos, esta en cada uno hacerlo o no, el Ishizuchi San, llega a los 1982 metros, es el más alto de los dos. El Tsurugi San, esta en un valle llamado Iya, que es conocido tambien por la arquitectura tan distintiva de la zona, techos hechos de cánulas de arroz y de un ángulo más pronunciado que los comunes.

Si usted se siente atraido por las aguas termales, en toda la isla encontrará los Onsen, el baño japonés por excelencia. Todos juntos pero separados, hombres por un lado y mujeres por otro. Revitalizará los dolores musculares y abre los poros hasta una sensación de estar flotando en el aire. Anímese, vale la pena.

Una de las perlitas de este viaje puede ser la comida, pero no es para cualquiera. Podría decir que los platos son algo crueles, pero va en gustos y estómagos. La especialidad de la isla es el producto de mar vivo. Por ejemplo, en un estanque del restaurant hay un pulpo nadando, alguien lo sacará de su habitat, lo colocará frente al cuchilo, le cortará algunos tentáculos y lo devolverá de nuevo al estanque. Los tentáculos vienen en el plato que usted pidió. ¡No me diga que no es comida fresca!

Como verá, Shikoku es un secreto bien guardado, incluso para muchos japoneses. El visitar esta isla, acerca a un estado espiritual diferente a lo que conocemos, con toques inusuales y distintivos. Siempre está en uno probar algo nuevo, hacerlo por alguna razón o porque sí. Éste humilde escriba, ha encontrado un camino para sí mismo, tal vez para usted, Shikoku puede ofrecerle algo más. Atrévase.



















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